Por Carmen Castro
Vicepresidenta del Foro y Directora de la Alianza Francesa de Valadolid

La década de los 60 estuvo repleta de cambios en la política europea, cuestionándose por parte de la sociedad las políticas de dominación en las colonias de África, Asia y América. Comienzan a aflorar los movimientos izquierdistas en Sudamérica en plena Revolución Cubana y la Guerra de Vietnam.

La transformación cultural también es significativa con la aparición de movimientos juveniles contraculturales como el Movimiento Hippie y la Cultura Underground.

En Francia, se crea una gran brecha en la sociedad con los problemas surgidos en sus propias colonias africanas y asiáticas en un momento muy crítico con las guerras de Argelia e Indochina.

A esto se suma el éxodo de la población del campo hacia las grandes ciudades generándose así, una caída de empleo y precarización en el trabajo que afecta también a los estudiantes. El sector industrial comienza a resentirse y el número de personas en situación de pobreza y exclusión social se incrementa.

Se crea así un caldo de cultivo para las protestas sociales. París se convierte en el escenario de uno de los acontecimientos más relevantes de su historia contemporánea. Una sucesión de huelgas y manifestaciones constantes de los movimientos estudiantiles y obreros que desembocan en duros enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.

La represión policial provoca la radicalización del movimiento obrero y de las organizaciones estudiantiles (Comité Anticolonialista y Frente Universitario Antifascista), que, apoyadas por los intelectuales, marcan las estrategias activistas que sentarían las bases de las revueltas de mayo del 68. El gobierno de De Gaulle será a partir de entonces considerado “el enemigo del pueblo”.

Tras un mes de protestas y huelgas que paralizaron el país por diferentes grupos sociales cuyos intereses no siempre fueron comunes, el logro de algunas reformas laborales, la convocatoria de elecciones y la renuncia de De Gaulle a la presidencia un año después, puede considerarse el movimiento de mayo del 68 como la última revolución cultural y social en busca de la libertad individual y colectiva.